SANTIAGO, Chile.– Esta vez no hubo sorpresas. Con el 58,17% de los votos y una ventaja de más de 16 puntos, según los resultados oficiales, José Antonio Kast arrasó en el balotaje presidencial y selló de manera categórica el regreso de la derecha a La Moneda. Con una campaña centrada en la seguridad, la migración irregular y el desgaste del oficialismo, el líder del Partido Republicano se impuso con amplitud sobre la candidata comunista Jeannette Jara, que obtuvo el 41,83%, y se quedó con la presidencia de Chile.
“Es un día increíble”, dijo Kast, visiblemente emocionado, en su primer discurso como presidente electo, ante miles de personas que vitoreaban y agitaban banderas frente a la sede del Partido Republicano, en el barrio de Las Condes. Desde el escenario, agradeció a los chilenos por el respaldo en las urnas y prometió un giro en materia de orden y seguridad. “Vamos a restablecer el respeto a la ley”, afirmó.
En un tono más conciliador, Kast amplió los agradecimientos y buscó proyectar unidad hacia el interior de la derecha. Saludó especialmente a Johannes Kaiser, presente en el acto, líder del Partido Nacional Libertario y referente del sector más duro del electorado conservador, y a Evelyn Matthei, exalcaldesa de Providencia y una de las figuras históricas de la derecha tradicional, cuyo respaldo tras la primera vuelta fue clave para consolidar el apoyo del bloque opositor.
Pero el gesto no se limitó a su propio espacio político. En ese marco, subrayó que “un gobierno no se construye solo con los partidarios”, en un mensaje dirigido a Jeannette Jara, y pidió altura de miras a la oposición, al destacar el rol del diálogo político como una condición necesaria para la estabilidad y la gobernabilidad del país.

Ese llamado estuvo acompañado por una advertencia sobre el clima de confrontación que marcó la campaña. “No necesitamos agredir a nadie, ni física, ni verbal ni digitalmente, porque nuestras ideas son mejores”, dijo, al recordar el ataque ocurrido en Iquique y llamar a bajar el tono del debate público.
En la misma línea, insistió en la necesidad de construir mayorías amplias. “Si vamos a mejorar, necesitamos a la oposición. Yo voy a ser el presidente de todos los chilenos”, aseguró, antes de distender el ambiente con una broma dirigida a los encargados del teleprompter, a quienes les pidió entre risas que “se despertaran”.
Kast también remarcó en varios pasajes los tiempos difíciles que se avecinan y el miedo que atraviesan muchas familias, especialmente por el problema de la inseguridad. En ese contexto, endureció el mensaje: “A los delincuentes los vamos a ir a buscar”, prometió, entre aplausos.

El cierre tuvo un tono épico y de reconstrucción nacional. “Nos vamos a unir para reconstruir Chile, porque somos el mejor país del mundo. Pequeñitos, en el fin del mundo, pero acá estamos. Y vamos a volver a ser el mejor país”, afirmó. “Eso es algo que me llena de orgullo”.
Los resultados
La confirmación de su triunfo llegó horas antes desde su propio comando. “José Antonio Kast es oficialmente el presidente electo”, señalaron sus colaboradores más cercanos, al tiempo que informaron que el candidato ya había recibido la llamada de Jara para reconocer el resultado.
Más tarde, la propia candidata lo ratificó en redes sociales: “La democracia habló fuerte y claro. Me acabo de comunicar con el Presidente electo José Antonio Kast”, escribió. Y agregó: “A quienes nos apoyaron y fueron convocados por nuestra candidatura, tengan claro que seguiremos trabajando por avanzar en una mejor vida en nuestra patria. Juntos y de pie, como siempre lo hemos hecho”. Horas después, Jara se acercó personalmente a la sede del Partido Republicano para saludar a Kast y formalizar el gesto de reconocimiento de la derrota.
La democracia habló fuerte y claro. Me acabo de comunicar con el Presidente electo @joseantoniokast para desearle éxito por el bien de Chile.
A quienes nos apoyaron y fueron convocados por nuestra candidatura, tengan claro que seguiremos trabajando por avanzar en una mejor vida…
— Jeannette Jara Román (@jeannette_jara) December 14, 2025
El gesto fue acompañado poco después por el del presidente Gabriel Boric, quien llamó a Kast desde La Moneda, en una conversación transmitida en vivo como es tradición en Chile. Durante el contacto, el mandatario felicitó al presidente electo, le ofreció colaboración para el proceso de transición y subrayó el valor de las instituciones democráticas. “Quiero que sepa que, como Presidente de la República, siempre estaré a disposición para colaborar con los destinos de la patria”, le dijo Boric, antes de remarcar el sentido de continuidad institucional: “La República es más grande que usted o yo”.
AHORA | Presidente de la República, Gabriel Boric Font, sostiene llamada con el presidente electo, José Antonio Kast, desde el Palacio de La Moneda. https://t.co/1aKDF5W68u
— Gobierno de Chile (@GobiernodeChile) December 14, 2025
La elección se desarrolló en un clima de participación masiva, impulsada por el voto obligatorio, aunque el porcentaje final del padrón aún no había sido informado oficialmente. Con los cómputos ya avanzados, el triunfo de Kast adquirió un carácter plenamente histórico: con 7.242.960 votos, se convirtió en el presidente más votado de la historia de Chile, superando no solo la marca de Sebastián Piñera en 2017, sino también el récord previo de Gabriel Boric en 2021. El dato refuerza la magnitud de una victoria leída tanto como un respaldo contundente a su agenda como un severo castigo al gobierno saliente.
En ese resultado tuvo un peso decisivo el electorado de Franco Parisi, la sorpresa de la primera vuelta, en la que había obtenido el 19,7% de los votos. Aunque el líder del Partido de la Gente evitó respaldar explícitamente a alguno de los candidatos y promovió el voto nulo, una porción significativa de sus votantes terminó inclinándose por Kast en la segunda vuelta, atraída por un discurso de orden, rechazo a la política tradicional y crítica al oficialismo. Esa transferencia silenciosa amplió la ventaja del candidato republicano y terminó de inclinar la balanza.
El dato lo confirma: los votos blancos y nulos apenas representaron 7,07% del total, muy por debajo del caudal que Parisi había cosechado en noviembre, lo que sugiere que su llamado a no optar por ninguno de los dos candidatos tuvo un impacto acotado.
La escena del triunfo empezó a tomar forma incluso antes de que se conocieran los primeros resultados oficiales. La música irrumpió en el comando de Kast apenas cerraron las urnas. Con un escenario montado que cortó la calle Presidente Errázuriz, frente a la sede del Partido Republicano, en el barrio de Las Condes, el clima de festejo se instaló desde temprano, con banderas, cánticos y un tono de celebración que anticipaba un desenlace favorable.
Para Kast y su entorno, el resultado es algo más que una alternancia en el poder. Funciona como un veredicto sobre el gobierno de Boric y sobre la promesa de cambios “fundacionales” que marcó el ciclo político abierto tras el estallido social de 2019. Para la izquierda, en cambio, la derrota confirmó el costo electoral de la inseguridad, el estancamiento económico y la frustración acumulada luego de dos procesos constitucionales fallidos. El presidente electo asumirá el próximo 11 de marzo.
Una victoria trabajada
El triunfo también tuvo sabor a revancha. En 2017, Kast había quedado fuera en la primera vuelta y, en 2021, perdió el balotaje frente a Boric. Esta vez, en su tercera candidatura presidencial, llegó con un diseño distinto: moderó el tono, dejó en segundo plano la llamada “batalla cultural” y concentró su mensaje en los temas que hoy dominan la conversación pública.
El politólogo Cristóbal Bellolio, profesor asociado de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, lo había sintetizado en la previa: “Lo que ha hecho Kast durante todo este año es moderar su plataforma programática para disminuir resistencias. Entonces, él al moderarse y al abandonar —lo que en la Argentina mis amigos llaman— la batalla cultural, de alguna manera casi dijo: ‘Yo me voy a dedicar a seguridad, al combate a la delincuencia, al combate a la inmigración ilegal y a la economía’”.
Rodrigo Arellano, vicedecano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, suma un factor clave: la construcción de gobernabilidad. “En esta segunda vuelta mantuvo sus ejes temáticos, seguridad y empleo, pero ha dado señales claras de gobernabilidad al incorporar sensibilidades que en 2021 no lo acompañaron”, explicó. En ese movimiento ubicó el acercamiento a sectores de la centroderecha tradicional y de la derecha más dura, incluidos los respaldos explícitos de Evelyn Matthei, de la UDI, y de Johannes Kaiser, líder del Partido Nacional Libertario, que se encolumnaron detrás de Kast tras la primera vuelta.
Seguridad primero, economía después
La campaña estuvo atravesada por un cambio claro en las prioridades ciudadanas. Gilberto Aranda, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Chile, lo resumió sin rodeos: “Hoy día el tema número uno es seguridad; después, economía. En ese orden”.

Esa agenda no solo ordenó los discursos, sino que también tensionó el debate entre percepción y realidad. Bellolio lo planteó así: “En muchos sentidos la delincuencia ha disminuido bajo este gobierno. Sin embargo, la percepción es altísima”. Y explicó que esa sensación se alimenta por varios factores, entre ellos el uso político del tema: “La oposición siempre aumenta la sensación de crisis”.
Las encuestas respaldan ese diagnóstico. Distintos sondeos muestran niveles históricamente altos de temor al delito y una evaluación negativa de la situación de seguridad. Según Ipsos, más de seis de cada diez chilenos mencionaron el crimen y la violencia entre sus principales preocupaciones durante la campaña, mientras que estudios del CEP y de Cadem coinciden en que alrededor de ocho de cada diez personas creen que la delincuencia aumentó en el último año.
“Cuestiones que se veían en televisión, ahora se empiezan a informar en los noticieros”, resume Aranda.
El trasfondo económico también pesó en ese orden de prioridades. Chile llega a la elección con un escenario de crecimiento débil y señales persistentes de estancamiento: la economía se expandió en torno al 1% en 2024 y las proyecciones para 2025 siguen siendo moderadas. El desempleo se mantiene cerca del 8%, por encima de los niveles previos a la pandemia, mientras que la inversión lleva varios años sin recuperar dinamismo, golpeada por la incertidumbre política, los procesos constitucionales fallidos y el freno de proyectos de gran escala, en especial en minería y energía. Ese combo —inseguridad, bajo crecimiento y falta de inversión— terminó de consolidar el clima de desgaste que enfrentó el oficialismo.
El desafío: gobernar
Con el triunfo consumado, el foco pasó de la campaña a la gobernabilidad, una preocupación que Kast buscó marcar desde temprano este domingo, cuando fue a votar en Buin. Allí afirmó que, si ganaba, sería “presidente de todos los chilenos” y que su gobierno no estaría “al servicio de un sector, sino del país completo”.
Arellano lo planteó como tarea inmediata: “Lo primero: configurar un gabinete que le dé gobernabilidad. Yo creo que ahí va a estar la clave de todo”. Y explicó el trasfondo: “Va a requerir grandes acuerdos de gobernabilidad que le permitan tener la posibilidad de poder avanzar legislativamente”.
Ese escenario llega acompañado de reparos que el nuevo presidente deberá despejar desde el inicio. Durante la campaña, distintos analistas señalaron la amplitud de algunas de sus promesas y la falta de precisiones sobre su implementación, especialmente en áreas sensibles como migración, seguridad y política económica.
En ese marco, la transición ya comenzó a tomar forma. Para este lunes está previsto un primer encuentro entre Boric y Kast en La Moneda, donde ambos abordarán los lineamientos iniciales del traspaso de mando. El gesto busca reforzar una señal de continuidad institucional y encauzar un proceso ordenado en un país donde las transiciones presidenciales suelen ser rápidas, formales y políticamente cuidadas.
El desafío para Kast, ahora, será convertir sus promesas en gestión y acuerdos, en un país donde el péndulo político se movió hacia la derecha, pero donde el voto obligatorio, la fatiga social y la fragmentación del Congreso anticipan un terreno complejo para gobernar.
El candidato de derecha obtiene el 58,2% de los votos frente al 41,8% de la candidata oficialista; se impuso en todas las regiones